jueves

Blas de Otero
(España, 1916-1979)

Entonces y además


Cuando el llanto, partido en dos mitades,
cuelga, sombríamente, de las manos,
y el viento, vengador, viene y va, estira
el corazón, ensancha el desamparo.
Cuando el llanto, tendido como un llanto
silencioso, se arrastra por las calles
solitarias, se enreda entre los pies,
y luego suavemente se deshace.
Cuando morir es ir donde no hay nadie,
nadie, nadie; caer, no llegar nunca,
nunca, nunca; morirse y no poder
hablar, gritar, hacer la gran pregunta.
Cuando besar una mujer desnuda
sabe a ceniza, a bajamar, a broza,
y el abrazo final es esa franja
sucia que deja, en bajamar, la ola.
Entonces, y también cuando se toca
las dos manos el vacío, el hueco,
y no hay donde apoyarse, no hay columnas
que no sean de sombra y de silencio.
Entonces, y además cuando da miedo
ser hombre, y estar solo es estar solo,
nada más que estar solo, sorprenderse
de ser hombre, ajenarse: ahogarse sólo.




miércoles


Nicanor Parra
(Chile, 1914)

El hombre imaginario

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario

martes


La fábula lunar de la señorita Mónica Berry



Origen de colinas se rumora: Mónica Berry o Baszdberri o Basoberry o Echeverri o Errotaberrygorrigoikoerrotacoetxea pero lleva Berry por todo el cuerpo. En el pecho tiene una frambuesa. Se rumora igual que es gustosa, pudiente, humilde. Que conoce a unos y a otros, por sus cantos. Por sus lados además, le aplauden.

***

De ojos lentos, la Srita. Mónica Berry se acerca y susurra bocados con voz triste. La última vez que la vieron, sentada a la altura de las cobijas, relataba una fábula de aves y vientos. Sabe muchas historias. Algunas las ha vivido, otras las intuye cercanas y se apropian de ella. Marca, desde fuera dice calma, velos párpados, manos livianas que a las olas desnudan. Casi en silencio la boca se hace risa y se le ponen los ojos gordos.

***

Mónica Berry de puntillas hace equilibrios. Cruza los puentes como otros quemaran, y vuelve. ¿Vuelve? Siempre va, mas de volver sólo quizá.

***

La Srita. Mónica Berry tiene una orquesta. Por las noches suena desaforada. Barrunta estertores lumínicos en código. Hay quien pone atención y se cree embelesar al contrapunto, porque es ineludible oírla. Mansa, la dirige una flauta.

***

Iba Mónica Berry soñando en listones y arenas en rojas idas. Una planta, púrpura, se vuelve partícula de sueño y Mónica Berry vira pasos. Mira a media altura, calcula y anda.

***

Le sorprenden los alunizajes. Ha presenciado varios, otros ha intentado. La leve arenilla de estrellas que levanta le llena el rostro de brillos y llueve en su canalillo. Y le suena el arribajo lejano y aciago.

***

Mónica Berry tiene unos zapatos rojos. Los encontró a la vera de la playa cuando en saya huyó de casa. Con ellos escala las montañas, acopia nieve y la hace llover entre las manos. Patea globos en las vueltas que da por boreales neviscados valles. Y vuela en giros serrinados por meses. Hasta tres.

***

Intermitentemente triste, área y subjuntiva, cansada ya del vehículo de sus andanzas, resuelve invertirse en pulsión. Satisfechas las dos, vuelve a dirigir la orquesta.
***

La otra noche no fue un aliento suave. La conjunción sujeta increpó a la costumbre y se serenó. Ella tocaba las maracas con el papa negro, a saltitos, pian pianito, desconociendo su ritmo prenatural.

***

A Mónica Berry le crecen los pies. Así se le rompieron los zapatos rojos: primero la hebilla, la horma, la suela. Luego el camino que se hizo suspiro cargado en la espalda. Anoche se cortó los dedos y me regaló el meñique.

***
Sufre cosquillas en las sienes. Canas embrionarias, se dice triste de sentir la sal del mar. No sabe que son los pensamientos que deja su aroma cuando a saltos alza la cara y se le eriza la cresta.

***
Mónica Berry disimula una mutación dual: la nieve le hace la boca cría y cerrar los ojos; el desierto le hace revolver las caderas -aunque no entiende bien el vaivén de la arena, ella, vaivén ella, arena-; pero cuando da candela, prospera su boca.
***
Jorge Pedreiro


José Juan Tablada
(México, l87l-1945)



El Saúz

Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz...



Los gansos

Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.



El pavo real

Pavo real, largo fulgor,
por el gallinero demócrata
pasas como una procesión. . .



La tortuga

Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.



Los sapos

Trozos de barro,
por la senda en penumbra
saltan los sapos.



Hojas secas

El jardín está lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.



Mariposa nocturna

Devuelve a la desnuda rama,
nocturna mariposa,
las hojas secas de tus alas.



La araña

Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.



La luna

Es mar la noche negra,
la nube es una concha,
la luna es una perla…



El bambú

Cohete de larga vara
el bambú apenas sube se doblega
en lluvia de menudas esmeraldas.

(Un día…, 1919)



Hongo

Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista.



Libélula

Porfía la libélula
por prender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula.



En Liliput

Hormigas sobre un
grillo inerte. Recuerdo
de Gulliver en Liliput.



Vuelos

Juntos en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.



El mono

El pequeño mono se mira ...
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!



Panorama

Bajo de mi ventana, la luna en los tejados
y las sombras chinescas
y la música china de los gatos.



Peces voladores

Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar.



l2 P. M.

Parece roer el reló
la medianoche y ser su eco
el minutero del ratón.



Sandía

Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía.



El insomnio

En su pizarra negra
suma cifras de fósforo.
  


El burrito

Mientras lo cargan
sueña el burrito amosquilado
en paraísos de esmeralda. . .

(El jarro de flores, 1922)



lunes


La fábula lunar de la señorita Mónica Berry



De ojos lentos, la Srita. Mónica Berry se acerca y susurra bocados con voz triste. La última vez que la vieron, sentada a la altura de las cobijas, relataba una fábula de aves y vientos. Sabe muchas historias. Algunas las ha vivido, otras las intuye cercanas y se apropian de ella. Marca, desde fuera dice calma, velos párpados, manos livianas que a las olas desnudan. Casi en silencio la boca se hace risa y se le ponen los ojos gordos.

***

Mónica Berry de puntillas hace equilibrios. Cruza los puentes como otros quemaran, y vuelve. ¿Vuelve? Siempre va, mas de volver sólo quizá.

***

La Srita. Mónica Berry tiene una orquesta. Por las noches suena desaforada. Barrunta estertores lumínicos en código. Hay quien pone atención y se cree embelesar al contrapunto, porque es ineludible oírla. Mansa, la dirige una flauta.

***

Iba Mónica Berry soñando en listones y arenas en rojas idas. Una planta, púrpura, se vuelve partícula de sueño y Mónica Berry vira pasos. Mira a media altura, calcula y anda.

***

Le sorprenden los alunizajes. Ha presenciado varios, otros ha intentado. La leve arenilla de estrellas que levanta le llena el rostro de brillos y llueve en su canalillo. Y le suena el arribajo lejano y aciago.

***

Mónica Berry tiene unos zapatos rojos. Los encontró a la vera de la playa cuando en saya huyó de casa. Con ellos escala las montañas, acopia nieve y la hace llover entre las manos. Patea globos en las vueltas que da por boreales neviscados valles. Y vuela en giros serrinados por meses. Hasta tres.

***

Intermitentemente triste, área y subjuntiva, cansada ya del vehículo de sus andanzas, resuelve invertirse en pulsión. Satisfechas las dos, vuelve a dirigir la orquesta.
***

La otra noche no fue un aliento suave. La conjunción sujeta increpó a la costumbre y se serenó. Ella tocaba las maracas con el papa negro, a saltitos, pian pianito, desconociendo su ritmo prenatural.

***

A Mónica Berry le crecen los pies. Así se le rompieron los zapatos rojos: primero la hebilla, la horma, la suela. Luego el camino que se hizo suspiro cargado en la espalda. Anoche se cortó los dedos y me regaló el meñique.

***
Sufre cosquillas en las sienes. Canas embrionarias, se dice triste de sentir la sal del mar. No sabe que son los pensamientos que deja su aroma cuando a saltos alza la cara y se le eriza la cresta.

***
Mónica Berry disimula una mutación dual: la nieve le hace la boca cría y cerrar los ojos; el desierto le hace revolver las caderas -aunque no entiende bien el vaivén de la arena, ella, vaivén ella, arena-; pero cuando da candela, prospera su boca.

antes